Hace diez años la Real se encontraba en una situación parecida (respecto a la Champions) y como ahora, había incertidumbre. Aquella temporada cada partido jugado lejos de Donostia unos 1000 aficionados se desplazaban a ver a la Real Sociedad. Si ganaba todos contentos, si el resultado no era favorable a buscar algún culpable (todo por no querer admitir que el rival era superior).
En un partido de esos (precisamente en Turín) hubo un niño de 6 años que fue con su tío y su padre a ver a la Real jugar contra la Juventus. Aquel chico vio el partido. La Real Sociedad no jugó bien y encajó una derrota dolorosa (4–2, lo recuerdo como si fuese ayer). Todos estaban en las mismas, qué habría pasado. Al niño no le importaba tanto el resultado, él había ido a ver a la Real (a animar a los txuriurdines independientemente de quién estuviera en el campo), volvió feliz a casa.
Y al final sea por la inocencia o no, esos son los mejores aficionados de la Real Sociedad, los mas txikis. Son los que ven a la Real con una sonrisa de oreja a oreja, animando todo lo que su garganta les deje. No les importa que la Real vaya perdiendo 5-0 o ganando 3-1. Les da lo mismo quiénes están jugando con la zamarra txuriurdin, ellos animan al que lo lleven.
Hay muchos aficionados (me incluyo) que deberíamos aprender de ellos, animar a la Real pase lo que pase, sin preocupaciones; apoyar a los jugadores, juegue quién juegue. Y es que a mí (y seguro que a muchos más) me gustaría tener a veces esa inocencia infantil y disfrutar con el simple hecho de ver jugar a la Real.
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